lunes, 24 de noviembre de 2014

Personajes ( El Chino)


Delgado, moreno, de unos 18 20 años. El Chino, no por chino ni achinado, llego a nuestras vidas cuando trabajaba en la imprenta que quedaba a la vuelta del negocio. Un joven en riesgo social tratando de escapar a su suerte y su destino. Después de algún tiempo notamos que la rutina diaria cambió, ya no compraba el desayuno o parte del almuerzo, tampoco la última compra del día antes de ir a casa. No tardamos en darnos cuenta que habia perdido el trabajo y estaba viviendo en la calle, sus visitas eran esporádicas y reflejaba la falta de hogar. No recuerdo verlo, borracho o drogado, sin embargo era evidente su oficio. Lanza, carterista o algo así, no creo que haya llegado a mayores al menos durante el tiempo que lo conocimos. Tantas veces llegó con hambre a pedir un vaso de agua para engañar el estomago, aunque él nunca lo dijo porque tenia una dignidad y humildad muy especiales,  que aun hoy, escribiendo estas líneas, lloro, como tantas veces lo hice por él.
A veces mi esposo le regalaba una empanada que muy humildemente recibía y se la llevaba, siempre me extrañó eso, no la comía ahí, quizá la compartía con otra persona. Cuando tenia monedas, casi siempre compraba una coca cola, un pancito y un sobre de mayonesa. Le gustaba muchísimo el pan con mayonesa. Fue pasando el tiempo, nos cambiamos de Nataniel a San Diego y el Chino siempre llegaba con nosotros, ya éramos la mami y el papi. Un tiempo se perdió y cuando volvió, una enorme cicatriz atravesaba su cara, nos contó que lo atropellaron y que la lata del para-golpes del auto había dejado esa marca. Aunque tratamos de creerle siempre imaginamos que la verdad era otra.
Se emparejó con una mujer que resultó ser la mujer de un amigo, “basurita” y eso le trajo algunos problemas pero al final se quedó con ella. Trabajaban juntos con el carretón de la mujer, juntando cartones. Vivían en la calle como muchos otros, pero al fin el chino encontró una familia. Después de algún tiempo ella quedó embarazada y él a pesar de estar contento, ya tenía huellas muy profundas de crueldad. Castigaba brutalmente a la mujer estando embarazada, él mismo nos contó, quizá era su forma de liberar su conciencia. El bebé nació y lo tuvieron durante algún tiempo, luego como en todos estos casos, los carabineros se lo llevaron a un hogar de menores donde les permitían mantener el vínculo. Siempre lo visitaba y se notaba que lo quería mucho, fue un varoncito y el Chino quería que mi marido y yo lo adoptáramos. Siempre había estado la opción de adoptar por parte de mi esposo, pero ese momento era para nosotros “dramático” en lo económico y solo quedó en las intenciones de ambas partes. Este joven nos hizo vivir muchas experiencias, fuertes como las ya relatadas, pero la que mas nos marcó fue en una ocasión cuando no teníamos dinero ni siquiera para comer, había que vender algo para poder ir a comprar algo para la olla. Y llegó el chino, que nunca había pedido un centavo, a pedir $500 que era una suma insignificante para cualquier persona. Para nosotros, el almuerzo.  Recuerdo que fue una decisión tan importante y tan dolorosa. Era decir no, no tengo, no puedo... y abandonarlo en un momento de mucha necesidad. O darle los $500 y no pensar. Comprendo hoy, que nadie entendería este dilema sin vivirlo, parece demasiado simple, pero no lo fue. Finalmente el chino se fue con sus $500 y nosotros quedamos con el pecho apretado por el dolor.
Después de unos años, lo encontré en la calle, lo miré y no me vio o no me conoció. No quise hablarle. No quise abrir las heridas, ni descubrir los nuevos tiempos.

VeronicaMori_24_11_2014

miércoles, 2 de octubre de 2013

La rana y el principe



La rana y el principe

 Estaba la rana en su estanque, croa que croa, sola y triste meditando sobre la vida.
Por el sendero aparece un joven príncipe finamente ataviado, se sienta a la orilla del estanque y distraídamente observa a la rana. El principe preocupado porque su padre aun no le encuentra una esposa, recorre en su memoria a todas las doncellas de la comarca.
Están la rana y el príncipe, meditan que meditan cada cual en su lengua y tradición.
Que vacío está el estanque piensa la rana, si tuviera compañía no estaría tan aburrida, ese horrible humano es lo único que hay cerca... podría besarlo y quizá se convierta en un hermoso y valiente sapo. Me podría casar con él, tener muchos renacuajos y vivir felices en el estanque.
El rey es muy exigente piensa el príncipe, quisiera elegir mi princesa.... podría besar esa rana y quizá se convierta en una hermosa doncella que quiera casarse conmigo.
Besar un humano piensa la rana... que asco...pero estoy tan sola que lo puedo intentar...
Si beso a la rana y se convierte en doncella, piensa el príncipe, mi padre el rey no la aceptará.... le diré que es una princesa encantada de un reino muy, muy lejano.....
La rana mira al príncipe... el príncipe mira a la rana.. se miran un instante a los ojos y llenos de esperanza se besan largamente con los ojos cerrados...
Se separan pero no se atreven a abrir los ojos... pasa un instante que parece eterno... abren los ojos y allí están...
La rana es rana... el principe es principe....  oh no!!! que desilusión...
Sin embargo... junto a la rana hay un hermoso y robusto sapo...
junto al príncipe la mas hermosa doncella de largos y ensortijados cabellos azabache.
El príncipe, lleno de júbilo toma a su doncella y se aleja danzando por el bosque en busca de su padre.
La rana embriagada por el cortejo de su encantador sapo, se mece junto a él en la hoja de una tímida y bella flor del estanque.

Y así sin mas, la rana y el príncipe, en la esperanza de un osado y valiente beso, fueron premiados con mucho mas que sus anhelos.

VeroMori 02102013

miércoles, 24 de octubre de 2012


Foto: No importan las leyes que escriban los poderosos, lo que importa es la ley que escribimos en nuestro corazon. Cada vida importa #sialavida


Nuestro Regalo

Presurosos y aún confundidos por la explosión del clímax,
nadan veloces, impulsados por la fuerza insondable de la vida…
Otra fuente de vida, expectante aguarda… unirse, fundirse y convertirse en Uno, 
es el propósito. Uno… único… irrepetible y maravilloso.
En sus inquietas colitas, llevan la memoria del dulce y ardiente amor que los creó.
Las entrañas se regocijan al recibirlos, el encuentro da vida a la vida y hace
eterno el amor.
Días… horas… minutos… segundos… van formando y moldeando cada parte, cada órgano…
Ya completo y perfecto, abandona la tibia casita que le permite nacer.
Busca con afán, los pechos tibios de los que beberá el dulce alimento que le ha sido preparado. Se duerme al compás de unos latidos hermosamente conocidos y placenteros….
Cuando al fin abre los ojos, encuentra una mirada cálida, serena, llena de emoción y amor. Que bien se siente y que feliz está… Un sonido cercano atrae su atención, reconoce la vibración de una voz que le murmura amorosamente y aunque aún no entiende las palabras, comprende perfectamente el lenguaje del amor…. Es envuelto en el amor de estos dos seres que son él mismo… y en esa plenitud sin mas, descansa confiadamente en los brazos de sus padres.

VeroMori_24_10_2012

jueves, 22 de diciembre de 2011

La alcancía de Gustavo



La alcancía de Gustavo



Cuenta la historia que hace muchos años, había un niño muy hermoso que se llamaba Gustavo. Su mamá y su papá lo amaban mucho. Él era un niño muy bueno, inteligente y generoso. Su mamá le enseñó a ahorrar en una alcancía, parte del dinero que le daba para sus pequeños gastos. Como Gustavo era un niño muy obediente, guardaba en esa alcancía más de la mitad del dinero que recibía semanalmente. En realidad lo que su mamá quería era que aprendiera el hábito del ahorro para cuando fuera grande. Así, durante mucho tiempo, Gustavo logró juntar mucho dinero, considerando la poca cantidad que ahorraba semanalmente.
Un día, su mamá no tenía dinero y tuvo que pedirle a Gustavo todo el dinero que tenía en su alcancía. Él no dudó ni un instante en decir que si a esta petición. Entonces su mamá abrió la alcancía y contó. Cada moneda fue una lágrima dolorosa y desgarradora. Al fin fueron setenta mil pesos e infinitas lágrimas. Pasaron catorce años y el generoso Gustavo nunca cobro esa deuda. Un  buen día su mamá decidió que era hora de pagar. Pero para tan generoso gesto, no se podía solo tomar esa cantidad y devolverla. Entonces durante más de un año, caminó al trabajo y fue poniendo el dinero en una alcancía. Un paso por cada lágrima fue cerrando la herida y finalmente en la navidad de dos mil once, Gustavo recuperó el dinero de su alcancía.
Y esta vez, cada moneda fue símbolo, de la generosidad de un hijo y la gratitud de una madre.

VeroMori_12_2011

jueves, 15 de diciembre de 2011

Vuela




Si pudiera te daría…
alas para volar.
A cambio puedo darte…
un simulacro de libertad.

Si pudiera te llevaría…
a contemplar la realidad.
Sin embargo solo puedo…
verte caminar.

Si pudiera te daría…
el cielo y la eternidad.
para que al fin pudieras…
tus alas desplegar.

Vero_mori 12_2011


martes, 25 de octubre de 2011

Personajes (Fellini)




Lo recuerdo en la pesadez del verano, un abrigo grueso y sucio sobre los hombros, llevando sus tesoros en múltiples y ajadas bolsas.
Muy alto, delgado, un poco encorvado, una barba de días y siempre arrastrando los pies.  Se olía la falta de agua y jabón, la indigencia mas cruda y descarnada, la no heredada, la adquirida o impuesta por la vida sorpresivamente. “Parece que es la peor”
Era un hombre culto, educado y cordial, sus conversaciones, coherentes e interesantes. A veces sus ideas y pensamientos estaban confundidos. Quizá el alcohol, drogas o una enfermedad desconocida, eran la causa.
Su gran pasión… la Dolce Vita y Federico Fellini. Se llenaba de alegría y entusiasmo cuando hablaba de eso. Por eso era  “Fellini” ¿porqué será que las personas como él no quieren decir su nombre? “algo muy profundo se esconde allí”
Siempre tenía dinero y nunca lo vimos pedir limosna. Se decía que todas las semanas, venían unas personas en un auto muy lujoso a visitarlo.
Fellini era muy generoso, durante un tiempo adoptó a un amigo que perdió el trabajo y quedó en la calle. Era enternecedor verlo. Se preocupaba de él, le compraba comida, compartía todo. Le permitía dormir a su lado, en su lugar, la esquina de Nataniel con Eleuterio Ramirez. Es que algo que Fellini extrañaba mucho era el contacto con otras personas. Recuerdo que siempre se enojaba conmigo porque no quería recibirle las monedas en la mano. Insistía mucho, golpeaba el mesón con las monedas, no quería dejarlas ahí, quería tocar mi mano. Me daba mucha pena, porque lo entendía pero igual no podía. Y él insistía cada vez. Fellini me hizo comprender la tristeza que significa no tocar a otra persona. A ellos, las personas de la calle, nadie los toca, nadie los acaricia, todos sienten lo que yo sentía, asco, repulsión, rechazo. Un día, se bajó los pantalones en  medio de la vereda, se puso en cuclillas e hizo sus necesidades. Todo el mundo estaba escandalizado, pero ¿alguna vez habíamos pensado en que lugar lo hacía habitualmente?
Un día cualquiera desapareció. Lo volvimos a ver en la televisión, en un anuncio de un programa dedicado a personas como él. Me preparé para verlo, quería saber de él, como estaba, que decía. Cuando llegó la hora, un llamado telefónico interrumpió el momento. No pude verlo y unas lágrimas tristes rodaron por mis mejillas.
“Es que Fellini no quizo que lo viera por última vez. Todo por por no querer tocar su mano”

VeroMori_10_2011

                                                                                                                                                              

jueves, 11 de agosto de 2011

Personajes (La Marcela)

Camina tambaleante hacia el minimarket, con una bolsa de neopren en las manos. Aspirando, pide un vino, paga con monedas que saca de sus ropas sucias y harapientas. Limpia la baba que cae de su boca, con las manos negras de suciedad acumulada. También compra un pancito y un ají en escabeche. Está de buen humor, se mira en el vidrio de la máquina de bebidas y dice, “estoy embarazada” Se ríe,  está conversadora y amable. A veces está triste y es agresiva, como cuando tiró piedras a las micros y un chofer de un golpe la tiró dentro del negocio. Quedó sangrando muy lastimada y con mucho mas furia que antes. Es parte del paisaje, un personaje querible. Ella es varón, de cuerpo pequeño muy bien proporcionado. Fue bello, se nota. Unos 35 años, cabello largo con vincha, ojos café, picaros cuando no están perdidos en el divague del neopren. Duerme en la calle, a veces en la puerta de la iglesia de Tarapacá con Nataniel, a veces enfrente, en la plazita del paseo Bulnes. Tuvo novio, un rubio muy delgado que un día amanecio muerto en la puerta de la iglesia donde dormían. Dicen que tenía Sida igual que ella. Todos estuvimos tristes.Es muy coqueta, camina como una reina y sueña con ser mamá. Nunca se supo como se llama. Ella dice que se llama Marcela.

VeroMori 11_08_11